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Los empleos que las máquinas robarán

Un antiguo miedo ha regresado: los cada vez más inteligentes robots y computadoras, ¿se quedarán con los trabajos de los humanos? Por lo pronto, la peor amenaza es para la clase media
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19 de octubre de 2013 a las 05:02
Nada tienen que temer los terapeutas recreacionales, los directores de control de emergencias ni los supervisores de mecánica, reparadores e instaladores. Sus trabajos tienen 0,3% de probabilidades o menos de ser sustituidos por una máquina. En el otro extremo de esta escala, aquellos que viven del telemarketing, de arreglar relojes o son técnicos bibliotecarios forman parte de un grupo de ocupaciones con los días contados. La probabilidad de que una computadora tome sus puestos es de 99%.

Un viejo temor ha regresado para ellos y otros millones de trabajadores. Según los datos mencionados, provenientes de un estudio de la Universidad de Oxford recientemente publicado, de 702 ocupaciones analizadas en Estados Unidos, 47% están en riesgo de ser computarizadas y desaparecer como tales.

Algunos analistas, entonces, se están preguntado: ¿Ha llegado el momento en que las máquinas finalmente sean las principales responsables del desempleo?

Luditas del siglo XXI


Desde principios de la era industrial, los trabajadores sintieron cierto recelo frente a las máquinas. Esos aparatos prodigiosos, que venían a reemplazar horas y horas de trabajo, de músculo, sudor y experiencia, amenazaban con ocupar su lugar en los procesos productivos.

A principio del siglo XIX, un grupo de obreros británicos decidió no correr el riesgo y cortar la amenaza de raíz. Los luditas andaban por ahí destrozando fábricas, quemando máquinas y amenazando a los empleadores con que, de seguir con su empeño industrializador, iban a correr la misma suerte que sus juguetes metálicos de niños ricos.

Esa corriente, espontánea y tan pragmática como embrutecida, nacida antes de que el movimiento obrero cobrara forma en Europa, persiste hoy en su versión políticamente correcta. Son muchos los trabajadores que miran con recelo a los nuevos prodigios de la tecnología y la comunicación.

En Estados Unidos, por ejemplo, unas 95 mil personas trabajan en la cadena de cafeterías Starbucks. Su probabilidad de ser sustituidos por máquinas es del 86%, según los investigadores de Oxford. Esa probabilidad puede estar todavía más cerca del 100% por tecnologías como Briggo.

Presentada esta semana, Briggo es una máquina de un par de metros de ancho armada con un panel táctil. Allí las personas ordenan el café gourmet que deseen, mientras la máquina hace el resto del trabajo. Incluso pueden solicitarlo 10 minutos antes utilizando una aplicación, de forma que cuando llegan, la bebida ya está servida y caliente, esperando a que el cliente tome su vaso y siga su camino.

Entre el miedo y el desafío


Es probable que un uruguayo que percibe ingresos por debajo de la línea de pobreza viva en mejores condiciones y con la expectativa de una existencia más prolongada que el obrero promedio británico de inicios de la revolución industrial. Esa mejora no está asociada al fin de las máquinas, sino, muy por el contrario, a la generalización de su empleo en los procesos productivos y al avance de la tecnología aplicada.

Hoy el mundo está a las puertas de una nueva revolución. La tecnología no solo sustituye fuerza bruta y trabajo mecánico, sino también algunas tareas impensables hace apenas una década. Los avances en inteligencia artificial, las impresoras 3D, la generalización de las comunicaciones de avanzada y el big data son algunos ejemplos del dominio de las máquinas sobre las tareas humanas.

Watson es quizá el caso más vistoso de la era big data. La supercomputadora de IBM que alcanzó la fama mundial hace dos años, cuando ganó el concurso de preguntas y respuestas estadounidense Jeopardy!, se prepara ahora para ayudar en el diagnóstico y tratamiento del cáncer.

Según IBM, uno de cada cinco diagnósticos y decisiones sobre tratamientos son incorrectos o incompletos. Gracias a su capacidad para procesar grandes cantidades de datos, Watson podría sistematizar la información de la historia clínica del paciente y cruzarla con todos los estudios publicados sobre el tema. A esto se sumaría la descripción de síntomas específicos ingresados a la supercomputadora por el propio oncólogo tratante.

De esta forma, la asociación entre máquina y médico ayudaría a incrementar la precisión de los diagnósticos y tratamientos de cáncer. IBM tiene previsto que Watson se ponga la túnica blanca a fines de este año.

¿Es esto una amenaza o una oportunidad? Puede ser lo uno y lo otro. Por lo tanto, la mejor manera de evaluarlo es como un desafío.

En una actividad individual, el progreso técnico lleva a la reducción de las horas de trabajo disponible. Sobre eso no hay discusión. Desde la perspectiva del trabajador desplazado, difícilmente pueda ser visto como una buena noticia. Pero para la sociedad en su conjunto es un proceso alentador. Ahí entra el rol del Estado, apoyando a esos trabajadores perjudicados para que puedan formarse y reconvertirse laboralmente, con el objetivo de facilitar la transición entre un trabajo y otro.

¿Quiénes quedan afuera?


Los trabajos históricamente amenazados por las máquinas eran aquellos rutinarios y vinculados a la manufactura. Es Tiempos modernos de Charles Chaplin.

Sin embargo, ahora peligran los trabajos de clase media, tal como lo señalan los docentes en economía David H. Autor y David Dornen un análisis publicado en el diario New York Times.

Según explican los autores, las máquinas son buenas en tareas rutinarias, como organizar, almacenar y manipular. “Estas tareas son más generalizadas en los empleos de calificación media, como la contabilidad y los trabajos de oficina”, afirman. Es decir que, para Autor y Dornen, la tecnología está polarizando a la sociedad.
La computarización ha polarizado el empleo, con un crecimiento concentrado en las ocupaciones con mayores y menores ingresos, mientras que los trabajos en el medio han decaído", según los docentes en economía David H. Autor y David Dornen

Por un lado, se fortalecen las llamadas tareas abstractas, que requieren de solucionar problemas, aplicar la intuición, ser creativo y persuasivo. Es el caso de los ingenieros, médicos, abogados, publicistas y diseñadores, por citar algunos. “La gente en esos trabajos tienen en general altos niveles de educación y capacidad analítica, y se benefician de las computadoras para facilitar la transmisión, organización y procesamiento de la información”, explican los autores.

Por otra parte, están las tareas manuales, que “requieren de adaptación a situaciones, reconocimiento visual y de lenguaje e interacción humana”, explican. Para los autores, los cocineros, servicio de limpieza en hoteles y choferes serían ejemplos de este grupo en el cual las personas realizan tareas complejas para una computadora, pero intuitivas para un ser humano. En el corto plazo, estas ocupaciones no podrán ser reemplazadas por las máquinas, pero como requieren de habilidades abundantes en el mercado laboral, ofrecen sueldos bajos.

Las máquinas, entonces, no están quitando puestos de trabajo, sino generando una polarización en el mercado y, por ende, en los ingresos.

Algunos ya estarán pensando en revivir el ludismo. Sin embargo, una vez más, no todo es tan sencillo.

Las máquinas generan un aumento de productividad que no solo implica que se necesiten menos trabajadores para elaborar las mismas unidades de producto, sino también que por la misma cantidad de trabajadores se puedan generar más unidades. No es una sutileza.

El aumento de la producción asociada a una reducción de los costos tiene su correlato en precios más bajos. Si la mejora productiva se generaliza y todas las actividades logran reducir sus costos, los precios bajan y eso implica que los trabajadores pueden acceder con su salario a más y mejores bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades.

De hecho, eso es lo que explica que el mismo televisor que hace no más de tres años costaba US$ 3.000, hoy pueda adquirirse por la quinta parte de ese valor.

La tendencia indica que los avances de la tecnología aplicada a la empresa seguirán reduciendo las áreas donde los seres humanos son imprescindibles para la producción. La solución, entonces, es apostar cada vez más a la educación y la especialización, y menos a la negación del avance tecnológico.




Los extremos del ranking de la Universidad de Oxford




Top 10 de las ocupaciones más amenazadas por las máquinas:

702. Telemarketers: 99%

701. Investigadores de títulos: 99%

700. Operarios de alcantarillas: 99%

699. Técnico matemáticos: 99%

698. Aseguradores: 99%

697. Reparadores de relojes: 99%

696. Agentes de cargamentos y fleteros: 99%

695. Preparadores de impuestos: 99%

694. Trabajadores en el proceso fotográfico: 99%

693. Técnico bibliotecario: 99%



Top 10 de las ocupaciones menos amenazadas por las máquinas:

1. Terapeutas recreacionales: 0,28%

2. Supervisores de mecánica, instaladores y reparadores: 0,3%

3. Directores de control de emergencias: 0,3%

4. Trabajadores sociales de la salud mental y abuso de sustancias: 0,31%

5. Audiólogos: 0,33%

6. Terapeutas laborales: 0,35%

7. Ortopedistas y protesistas: 0,35%

8. Trabajadores sociales de cuidados de la salud: 0,35%

9. Cirujanos orales y maxilofaciales: 0,36%

10. Supervisores de bomberos y prevencionistas: 0,36%

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