Al principio era un titular lejano, demasiado futurista para algunos. Pero los números lo anunciaban y la noticia por fin llegó: los ingresos por libros electrónicos superaron a los de tapa dura en Estados Unidos.
Así lo anunció la
Asociación de Editoriales Americanas (AAP, por sus siglas en inglés), que publicó las cifras que los libreros más conservadores temían.
Números que dicen mucho
Según la AAP, en el primer trimestre del año los libros electrónicos reportaron US$ 282,3 millones a la industria editorial estadounidense, mientras que los de tapa dura obtuvieron US$ 229,6 millones.
A su vez, los ingresos por
e-books crecieron 28,1% respecto al mismo período en 2011. Los de tapa dura aumentaron solamente 2,7%.
Por su parte, el libro de bolsillo continúa registrando ingresos superiores a los de los
e-books (US$ 299,8 millones). No obstante, tuvieron una caída del 10,5%.
La oferta creciente de libros electrónicos en Estados Unidos, sumado a la proliferación de
e-readers y tabletas como soporte donde leerlos (recientemente se agregaron
Surface, de Microsoft, y
Nexus 7, de Google) convergen para explicar estos números.
Herramienta para la cultura
Más allá de su valor comercial, puede verse a los libros electrónicos como herramientas capaces de acortar las distancias culturales y de educación en países subdesarrollados, ya que acercan la lectura a aquellos que de otra forma, no accederían.
Sobre esta lectura, la ONG
Worldreader trabaja con aliados como Amazon, Dropbox y la editorial Random House Mondadori para llevar
e-books a niños a países como Ghana, Kenya y Uganda.
Según esta ONG, las principales ventajas que presentan los libros electrónicos sobre los impresos es que son más económicos y pueden almacenarse en grandes cantidades sin necesidad del espacio físico que precisan los libros tradiocionales.