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Las tiernas mandíbulas de los cocodrilos

Según un estudio, las fauces de estos animales son más sensibles que las yemas de los dedos humanos. Además de morder a gran velocidad, con ellas transportan a sus crías
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09 de noviembre de 2012 a las 17:00
Las mandíbulas de los cocodrilos tienen mayor sensibilidad que las yemas de los dedos de los humanos, de acuerdo a un nuevo estudio de investigadores estadounidenses.

Según el informe, publicado este jueves por la revista científica estadounidense The Journal of Experimental Biology, estas mandíbulas "ultrasensibles" son las que permitirían a los grandes reptiles transportar a sus crías de un sitio a otro resguardadas en la boca con una dulzura extrema y sin causarles ningún daño.

Además, esto también explicaría la sorprendente velocidad con la que los cocodrilos y caimanes pueden abrir su gigante boca para morder a las presas, de alrededor de medio segundo, puesto que los nervios, también "ultrasensibles", transmiten inmediatamente al cerebro la información sobre la proximidad de la víctima.

Boca sensible, respuesta inmediata


"Tan pronto como notan que algo les toca, lo muerden", explicó el investigador de la Universidad de Vanderbilt y autor del estudio, Ken Catania.
Los cocodrilos no son un ancestro directo de los humanos, pero sí son una vía importante para encajar piezas del rompecabezas evolutivo sobre cómo se han desarrollado los mapas sensoriales", explicó el investigador Ken Catania

La parte de la mandíbula donde estos animales tienen los nervios "ultrasensibles" a las vibraciones y a la presión son los característicos pequeños "bultos", que cocodrilos y caimanes presentan alrededor de toda su zona bucal.

Estos nervios presentes en la mandíbula se conectan de forma directa con el cerebro de los animales, con lo que la comunicación es inmediata y permite una repuesta instantánea por parte del cocodrilo.

Los investigadores rozaron algunos de estos "bultos" con un finísimo pelo, diseñado específicamente para calcular la sensibilidad en el tacto de la yema de los dedos de las manos humanas. Así, comprobaron que los cocodrilos tienen mayor sensibilidad en la mandíbula que los humanos en los dedos.

Al respecto, Catania explicó que, si bien "los cocodrilos no son un ancestro directo de los humanos, pero sí son una vía importante para encajar piezas del rompecabezas evolutivo sobre cómo se han desarrollado los mapas sensoriales".

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