Ya hace 15 años que la industria fotográfica se digitalizó por completo y, desde entonces, los
avances técnicos han sido muy importantes. Sin embargo, la competencia es muy grande dentro de este rubro. Teléfonos como el iPhone y el
Galaxy integran a sus funciones más básicas
cámaras de primera categoría lo que pone en riesgo el negocio
amateur de la fotografía. Las cámaras sencillas se han extinguido y solo quedan las
réflex de uso, teóricamente, más profesional.
Las grandes marcas como Canon y Nikon concentran sus esfuerzos en superar a sus competidores, mejorando las funciones y la calidad de sus fotografías pero, poco a poco, se van dando cuenta que eso no interesa al consumidor promedio. La solución está en un viejo proverbio: “Si no puedes ganarle a tu enemigo, únete a él”.
Tanto es así que ahora la creación de cámaras como la
GoPro, la
Ricoh Theta (una pequeña cámara que toma fotos en 360 grados) o la
Polaroid Cube están diseñadas para que ser usadas junto con un móvil.
La integración de la experiencia de tomar una foto y que los resultados se muestren en la pantalla del celular para desde allí compartirla directo a las redes sociales parece ser el futuro de esta relación amor-odio entre competidores.
La distinción también es buscada por otras marcas. Sony, por ejemplo, desarrolló una cámara que puede tomar impecables fotos a oscuras y Nikon aumentó a 24 la cantidad de megapíxeles en su dispositivo más económico, demostrando que los grandes empresas de esta industria buscan destacar en donde flaquean los smartphones.