Los colores no son una cuestión muy objetiva, pues dependen de la luz que llega a los ojos y cómo los procesa el cerebro. Y dado que todos los seres humanos del mundo son distintos, la apreciación de los matices tiende a variar.
El cerebro puede engañar al observador, por ejemplo, cuando se mira algo rojo que se encuentra al lado de verde, el cerebro lo interpreta como rojo, pero cuando está al lado de blanco, se ve como rosado.
Las emociones y hasta la época del año pueden cambiar la manera en la que los ojos y cerebros interpretan lo que se ve.
Según científicos de la Universidad de York, Inglaterra, el amarillo se percibe diferente según la estación del año. En verano se ve más "verdoso", mientras que en invierno resulta más "rojizo".
Esto se genera gracias a la cantidad de hojas de los árboles: cuando hay más verde en el entorno, el cerebro tiene que recalibrar su comprensión del amarillo.
Por otro lado, investigadores de Rochester, Nueva York, tras un estudio advirtieron que sentirse triste puede afectar la habilidad de identificar los colores.
La investigación arrojó los datos de que las personas que estaban tristes se les hacía más difícil ver los azules y amarillos.
Los psicólogos creen que la dopamina -que controla los centros de placer y recompensa en nuestros cerebros- influye en la forma en la que distinguimos esos colores.
El color que se refleja de un objeto cambia dependiendo del tipo de luz que tiene a su alrededor.
En el caso del famoso vestido "azul o dorado" que revolucionó las redes sociales a principio de año, la iluminación era muy ambigua; por esa razón fue difícil decidir de qué color era realmente.
Dado que la luz siempre está cambiando, nuestros cerebros tratan de filtrar ese efecto para deducir cuál es el color principal de un objeto. A ese fenómeno de percepción se le conoce como "constancia del color": cuando las superficies parecen mantener la apariencia cromática que tendrían bajo plena luz del día, aunque la iluminación cambie.
Pero, la constancia del color, no siempre funciona. Volviendo al ejemplo del vestido, si el cerebro vio la luz que alumbraba al vestido como amarilla, entonces la persona lo distinguió como negro y azul; pero si el cerebro interpretó la fuente de luz como azul, el individuo lo debe haber interpretado como dorado y blanco.
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