La NASA planea desarrollar brazos robóticos para que los científicos no tengan que agacharse cargando con los 130 kilos del traje

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La NASA desarrolla el traje para los paseos marcianos

La agencia espacial realiza experimentos en un desierto australiano para evaluar la efectividad de los científicos a la hora de desempeñar tareas científicas llevando puesto el aparatoso traje espacial
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19 de agosto de 2013 a las 11:35
Tan solo mantenerse de pie dentro de un traje espacial que, junto con la mochila, puede llegar a pesar más de 130 kilos ya es toda una proeza. Pero si además de llevarlo puesto, se añade la ardua tarea de buscar fósiles en un entorno más que hostil, la gran proeza se vuelve todo un reto físico y mental para los astronautas, que pueden ver muy reducidas sus capacidades en esta carrera a contrarreloj.

Esto es lo que querían comprobar los ingenieros de la NASA quienes, en vista a las futuras exploraciones humanas en Marte (por ahora se habla de 2030, pero sin claras especificaciones), llevaron a un grupo de científicos vestidos con trajes espaciales a un desierto del noroeste de Australia. Su objetivo era evaluar la efectividad de los científicos, principalmente geólogos y astrobiólogos, para identificar formaciones geológicas interesantes, en un tiempo limitado y ataviados con la aparatosa indumentaria espacial, recreando las condiciones que se darían en una expedición marciana. Los resultados mostraron que los científicos con mayor experiencia en trabajo de campo son los más indicados para una misión de estas características.

El traje espacial pesa mucho (sobre todo la mochila que va incorporada, más que el traje en sí) y entorpece los movimientos, los guantes limitan la sensibilidad en las manos, el casco perjudica considerablemente la visión e incluso altera los colores de lo que se ve, dificultando el reconocimiento del entorno. Por no hablar del miedo psicológico a la muerte que afrontan los astronautas que abandonan la nave para pisar suelo extraterrestre. “Es un miedo real, cualquier pequeño fallo, caída o deterioro del equipo puede ser fatal”, explica David Willson investigador de la NASA encargado de este proyecto, quien recuerda las limitaciones físicas del traje, la presión y el miedo como factores condicionantes con los que tendrán que contar quienes formen parte de la primera exploración humana de Marte, en la que la observación científica del terreno jugará un papel esencial.

Se pasan por alto un 25% de muestras


La simulación se llevó a cabo en el Cratón de Pilbara, una peculiar formación geológica localizada en el desértico noroeste de Australia donde se encuentran, probablemente, los fósiles más antiguos del planeta. La elección del lugar no es aleatoria: este tipo de restos fósiles que abundan en Pilbara, llamados estromatolitos, serán un objetivo primordial a localizar en el suelo de Marte, ya que servirían para determinar la existencia (o no) de signos de vida pasada en el planeta.

Los resultados del experimento mostraron que, en términos generales, los científicos con el traje espacial puesto pasaban por alto un 25% de los elementos fósiles que había en el suelo. Sin embargo, hay diferencias en función del perfil del científico: en el grupo de participantes había científicos dedicados a la enseñanza y científicos de campo, acostumbrados a trabajar fuera de los laboratorios. Estos últimos fueron los que demostraron en las pruebas una mayor efectividad a la hora de identificar muestras interesantes. “Mientras que los profesores y alumnos localizaron un mayor número de muestras, los científicos de campo sólo seleccionaron las más relevantes y llegaron a describirlas mejor”, según Willson.

Tomar decisiones a contrarreloj


Precisamente, esto es lo esencial que se busca en un científico astronauta: que sepa tomar decisiones importantes en un tiempo muy escaso y preciado, ya que, durante las misiones denominadas extravehiculares, se tiene una cantidad de oxígeno y tiempo muy justos. “Realmente es muy difícil cargar con ese traje estando bajo una gran presión y a la vez ser capaz de reconocer en qué rocas detenerse y en cuáles no”, explica Willson. Así que cuanto más acostumbrado esté un científico a trabajar en circunstancias complicadas y en ocasiones extremas, mayores posibilidades tendrá de hacer hallazgos exitosos bajo las hostilidades marcianas. En tales circunstancias, cuando el tiempo es oro, decidir agacharse a por una roca supone emplear un tiempo vital que entonces se restará de otro punto de la expedición.

A partir de estos resultados, y de los de otras pruebas que se seguirán realizando durante los próximos meses, una de ellas en setiembre en Río Tinto a cargo de investigadores del Centro de Astrobiología de Madrid, se espera que se puedan mejorar los actuales trajes espaciales y desarrollar nuevas herramientas que permitan a los astronautas gastar la mínima energía en terreno extraterrestre y recoger el máximo posible de información relevante, sin poner su vida en peligro.



Vía Materia.

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