“Pluchea sagittalis” (Lucera)
  Utilizada con fines medicinales, esta planta cambia de color según la estación. La flor de primavera y verano tiene un tinte rosado en el medio, en el otoño toma un color cobrizo y en invierno las semillas son pompones blancos.
“Petunia axillaris” (Petunia)
  Son blancas, nativas y madres de las petunias de todo el mundo. En Uruguay, son perennes (no se mueren todos los años), florece casi todo el año cuando está bajo cultivo y además, tiene perfume.
“Senecio crassiflorus” (Margarita de las dunas)
  Se la suele llamar margarita de las dunas o de la playa porque crece espontáneamente allí. Tiene hojas grises y flores amarillas y está adaptada al salitre y viento marino, así como a los suelos pobres y poco profundos
"Eupatorium macrocephalum"
  Esta planta nativa de flores rosadas con forma de pompón es irresistible para las mariposas Monarca.
“Tessaria absinthioides” (Chilca o pájaro bobo)
  Este arbusto crece en plena duna fija. Desaparece por completo en invierno pero resurge en primavera. Tiene flores que varían del color rosa pálido a fuerte, agrupadas en racimos.
En los laterales de este jardín de José Ignacio se destaca el fucsia de la “Monnina cuneata”, un matorral espinoso que crece naturalmente en las dunas fijas uruguayas
Un jardín en José Ignacio con "Grindelia orientalis", el cubresuelo verde con flores amarillas, y la Monnina cuneata, entre otras plantas endémicas
En el cantero con múltiples plantas autóctonas se puede ver al frente a la izquierda el verde intenso de la “Baccharis trimera” o carqueja
"Senecio crassiflorus" en flor entre otras plantas exóticas en un jardín de José Ignacio, Maldonado. También conocido como margarita de las dunas o de la playa, es ideal para zonas costeras ya que está adaptada al viento y al salitre marino

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Jardines con cédula uruguaya

La creciente moda del uso de flora nativa contribuye a la conservación de las especies de flora autóctona y muestra que la belleza no solo está en lo exótico
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02 de septiembre de 2012 a las 06:00




Los paisajistas introdujeron al país 82% de las especies de plantas invasoras. Ahora, buscan revertir la situación en concordancia con una tendencia mundial de conciencia renovada.

Este año, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) elaboró dos listas que funcionan como guía para paisajistas, biólogos y demás involucrados en el tema. Una de ellas enumera las especies de plantas prioritarias para la conservación. Es que si cualquiera de estas se pierde –ya sea por el avance urbano, el pastoreo, o la tala de árboles–, desaparecerá para siempre del planeta. Son las llamadas especies endémicas, porque solo existen en Uruguay.

La amenaza del calentamiento global, la lista cada vez más amplia de especies que desaparecen y un sistema ecológico que se degrada, son algunos de los llamados de atención que las nuevas generaciones de profesionales vinculados al paisajismo no pueden esquivar.

Belleza local


El yuyo violeta, que atrae a las mariposas monarca que emigran desde México, y las petunias, planta uruguaya famosa en todo el mundo, entre otras, pueden parecer discretas, pero tienen siglos de evolución en el clima y tierras locales. Además, mantienen un estrecho vínculo con otras especies, como las aves y las ya mencionadas mariposas.

Por eso, plantas como la carqueja o la cola de zorro, que en tantas partes del país se las ve al costado de las rutas o en predios abandonados, están empezando a aparecer en jardines de casas y chacras de José Ignacio. Allí es donde la belleza de lo rústico y el valor de lo autóctono está empezando a germinar como una moda.
No se necesita preparar el suelo, no se queman con el viento o el salitre, no hay que regarlas todo el tiempo y, además, hay muchas lindas”

La contracara de la lista del SNAP son las especies exóticas. Aunque floridas y multicolores, plantas tan comunes en los jardines uruguayos como los pensamientos, alegrías y azaleas, son en realidad invasoras, según los términos técnicos.

La paisajista Amalia Robredo investiga desde hace años la flora nativa y el año pasado presentó el libro Herbáceas, gramíneas y aves asociadas de la costa atlántica de Maldonado, junto al ornitólogo Eduardo Arballo. El proyecto, que se enmarca en el Programa de Producción Responsable del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, busca la valorización de estas especies nativas y su integración a jardines y parques de la zona.

La solución en casa


Para Robredo, el uso de flora autóctona es una oportunidad para generar un nuevo negocio productivo, a la vez que se realizan acciones concretas para evitar la introducción de especies exóticas. “O por lo menos, para estimular que se usen más las nativas”, dice la paisajista, quien entiende que preservar esas especies es “prioritario para la conservación”.

Robredo es concisa al justificar su preferencia por las especies autóctonas: son las que mejor funcionan. “No se necesita preparar el suelo, no se queman con el viento o el salitre, no hay que regarlas todo el tiempo y, además, hay muchas lindas”, afirma la experta.

Aparte de los beneficios prácticos, las plantas nativas dotan a los jardines de identidad local. Permiten que se identifique al país con sus flores sin equivocaciones, “y no pensar que se está en el Mediterráneo”, como sucede con los jardines de lavanda, ejemplifica.

Lo que sucede con los jardines latinos es que son producto de la inmigración, señala Robredo: “En su melancolía del país que se ha dejado, el inmigrante trajo sus plantas”. Y aquí quedaron.

Uno de los principales inconvenientes para imponer esta tendencia, explica, es que en Uruguay casi no se producen plantas nativas. Ella misma colecta desde hace años semillas que nadie quiere hacer germinar, precisamente porque no saben si germinarán o si alguien las querrá para decorar su jardín.




Aves que indican riqueza


Las aves se encuentran en la cúspide de un ecosistema y es su diversidad la que revela la riqueza del hábitat. Por eso plantas y pájaros están íntimamente ligados, y conservar a los primeros significa proteger a los segundos: “Todos los pájaros necesitan de plantas para anidar, para esconderse y para alimentarse. Ningún pájaro vive de la piedra”, dice Robredo.

Además de ser tan atractivos como un jardín de flores exóticas, los de plantas nativas atraen más aves, un encanto que revaloriza lo que antes podía considerarse un simple yuyo.

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