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Hogar, además de dulce, inteligente

De la ciencia ficción a una realidad que agregue confort, ahorro y sencillez de uso pasaron décadas. Por fin el concepto de casas que aprenden de las costumbres de sus habitantes se traslada a la vida cotidiana
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01 de febrero de 2014 a las 05:00
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Es hora de sentarse a ver una película. Abajo la persiana, luces tenues, home theatre prendido o proyector listo. Todo se puede hacer al mismo tiempo y con un simple toque en la pantalla del celular.

Estamos lejos de casa, hace frío y queremos llegar a darnos una ducha. Con otro toque al celular programamos la climatización del hogar y el encendido del calefón, para que todo esté a punto cuando pasemos la puerta.

Los niños juegan en el frente de la casa. Una cámara vigila que no vayan a la calle ni que nada grave les ocurra. Desde una pantalla los padres los observan.

Son escenas de la vida cotidiana solo para aquellos que, además de tener dinero suficiente, se interesaron por el mundo de la domótica, la “ciencia” que está transformando las casas en entes casi inteligentes y que en Uruguay avanza a pasos lentos pero firmes.

Domotec trabaja desde hace 20 años en este rubro y ya instaló diversos sistemas de automatismos en 260 residencias. La escena descrita al principio, que permite programar todo para sentarse a ver una película, es la instalación más básica y cuesta unos US$ 2.500. Pueden imaginarse otras escenas en las que hay que incurrir en inversiones que van desde unos pocos dólares hasta miles para hacer realidad.

La residencia más grande que le tocó equipar a Domotec tiene 4.800 metros cuadrados, explicó Norberto Zejerman, de esa empresa. Está en el interior del país, cerca de Aceguá. Ahí, además de instalar un sistema que controla la temperatura del sauna, se hizo una instalación en un bar con un piano de cola con proyectores que descienden del techo, entre otros automatismos.

Pero no hay por qué llegar a tanto. “Lo que se busca con estos sistemas es facilitarle al propietario la operación de la casa”, explicó Zejerman. Un sistema completo de domótica permite comandar la iluminación, el acondicionamiento térmico, alarmas y cámaras de seguridad, todo tipo de electrodomésticos, además de bombas de piscina, de riego, motorización de cortinas y puertas o portones.

Tres claves


Lo que se busca es “combinar tres funciones fundamentales, que son el confort, la economía de operación de todo el sistema y la seguridad de toda esa propiedad”, agregó el empresario.

El confort pasa por la simplificación de las acciones. La economía deriva del control del gasto energético. Y la seguridad se la da al propietario la posibilidad de estar en contacto visual con su casa, poder simular presencia desde cientos o miles de kilómetros con el encendido de una luz o llamar lo antes posible a la Policía si ingresan ladrones.

Y todo se hace desde una tableta o desde un celular. En Domotec se utiliza como elemento de control “cualquier tableta, ya sea IOS o Android, y cualquier dispositivo tipo teléfono móvil o tipo MP3 o iPod que soporte las aplicaciones que permiten comandar el sistema”.

También se distribuyen tableros por toda la casa, cerca de los dispositivos que se comandan. En la pantalla, ya sea de la tableta o del dispositivo móvil, se despliega el plano de la vivienda y se superponen figuras de bombitas de luz, persianas, sensores de alarma, imágenes de las cámaras de seguridad.

Al presionar sobre una bombita, una luz se prende. Si está dimerizada, aparece una barra para subir o bajar la potencia. También se gradúa en una barra hasta dónde se sube o se baja una persiana motorizada. Las imágenes de las cámaras de seguridad pueden ampliarse. El funcionamiento puede proporcionarse por sistemas inalámbricos o por suministros cableados.

El término domótica se asocia a la expresión “casas inteligentes”, pero Pablo Corts, jefe de proyectos de Ingetec –otra de las empresas uruguayas que trabajan en este rubro– tiene sus reparos. Desde su punto de vista, para que una casa sea inteligente los sistemas deben ser capaces de analizar ciertas condiciones y, en función de ellas, ejecutar funciones, incluso sin que medie la intervención humana. En otras palabras: no se trata solamente de automatizar un sistema para que se prenda a una determinada hora, sino de generar un mecanismo que haga que la cafetera se encienda cuando alguien pasa por al lado de ella a las 7 de la mañana (porque incluso “aprendió” que esa es la hora en que se preparara el café)

Esto incluye sensores que detecten que llovió, para así “decidir” que no es necesario encender el sistema de riego a la hora programada. O también que los dispositivos puedan prender, apagar o ajustar la climatización en determinados momentos del día y ante la presencia de personas en una habitación.

La experiencia de Ingetec es que el cliente busca más que nada seguridad y lo seduce la posibilidad de tener un control propio de la casa a través de un sistema de cámaras. En segundo lugar, lo más interesante para el propietario es el control de la calefacción. Ingetec ha trabajado en residencias de hasta 3.000 metros cuadrados con instalaciones de entre US$ 45 mil y US$ 50 mil. Corts no cree que con la domótica pueda generarse un ahorro energético en una casa. Más aun, entiende que el usuario termina encendiendo más que antes los artefactos. En cambio, el ahorro debe buscarse por el cambio de fuentes de energía o con el uso de lámparas de bajo consumo.

Inmótica


La cosa cambia en edificios. Ahí sí se busca lograr un gasto eficiente en calefacción e iluminación, admitió Corts, así como contar con sistemas de control de incendios.

Zejerman, de Domotec, explicó que en esos edificios se manejan las instalaciones de aire acondicionado, la iluminación y se complementa con alarmas técnicas, que les permiten a los operarios saber lo que está pasando antes de que los usuarios noten, por ejemplo, la falta de agua.

Eso se hace también en hoteles y en edificios privados. En estos últimos, si tienen losa radiante, puede instalarse un sistema de medida individual por apartamento, de forma que cada usuario controle la temperatura a su gusto y pague por lo que realmente usa.

El desafío está planteado desde hace décadas, pero ahora se acerca a paso de gigante a la realidad: la casa inteligente, que para serlo debe estar hiperconectada y cuyos sistemas de automatización tienen que adaptarse a las costumbres y necesidades de una familia. El objetivo, como casi siempre en la tecnología: hacer la vida más fácil y placentera y, de paso, ahorrar.




Las estrellas de las casas inteligentes




Durante décadas, la imagen de la smart home fue tan solo eso: una ilusión potenciada por el dibujo animado Los Supersónicos, popular en las décadas de 1970 y 1980, en el que una familia del futuro disfrutaba de todas las bondades de la tecnología, incluyendo una mucama robot. Pero no fue hasta hace muy poco cuando la idea comenzó a hacerse realidad. Si bien son muchas las empresas que se dedican a este rubro, dos se han destacado por el nivel de innovación: Nest y SmartThings.

Hub de SmarThings. La empresa produce algo así como un centro de control que se integra con su propia línea de sensores y productos de otras marcas. Permite –por ejemplo– que la TV se prenda en el canal preferido de noticias, cuando a primera hora se abre el aparador de la cocina para sacar la taza del café. Se puede instalar un sistema sencillo por menos de US$ 500.

Alarma Nest. Esta compañía, fundada por un ex ingeniero de Apple, ya lanzó dos productos estrella: un termostato y una alarma de humo inteligente. Ambos se venden por precios bastante superiores a los de la competencia, a pesar de lo cual han tenido gran éxito porque realmente suman mejoras a lo que hacen esos otros aparatos.

Termostato Nest. El control de Nest aprende de los hábitos de quienes habitan una casa, para programar temperaturas y horarios, con el objetivo siempre de ahorrar energía. El aparato se programa solo luego de que “entiende” cuáles son las preferencias del propietario sobre temperaturas máximas y mínimas, también considerando los días de la semana.

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