La organización ecologista Greenpeace inició una campaña de recolección de firmas internacional para detener el desecho de los Galaxy Note 7 retirados del mercado después de que Samsung haya reconocido problemas con las baterías.
La surcoreana anunció la suspensión total de la producción de su último modelo Galaxy Note 7, debido a los riesgos. Con tanto revuelo, poco se ha hablado del impacto ambiental que supone la disposición final de 2,5 millones de aparatos. Un portavoz de la empresa dijo al sitio especializado Motherboard que no se repararían, mejorarían o revenderían ninguno de los dispositivos de este modelo. "Hemos iniciado un proceso para desechar todos los teléfonos de forma segura", afirmó en un comunicado. Los Note 7 irán, directamente, a la basura.
Por tal motivo, Greenpeace exige garantizar la gestión correcta de los aparatos en desuso y el reciclado de sus componentes. La organización afirma que "Samsung está considerando desechar 4,3 millones de teléfonos Galaxy Note", y "esto es el equivalente a 730.000 kilogramos de residuos en tecnología de alta gama".
El problema es el siguiente: si bien los smartphones no pesan nada, se requieren cerca de 74 kilos de materias primas para la fabricación de un dispositivo medio. El Note 7 eleva la cifra hasta 226 kilos por tratarse de uno de los dispositivos de mayor tamaño y más avanzados del mercado. Esta cantidad incluye la extracción de materiales, los desechos de la minería y el agua dulce contaminada en el proceso.
En concreto, la organización estima que se pretende convertir en basura más de 20 toneladas métricas de cobalto, más de una tonelada de tungsteno, una tonelada de plata, 100 kilos de oro y entre 20 y 60 kilos de paladio.
Muchos de los metales, especialmente los considerados "raros", son dañinos si llegan al subsuelo o a cursos de agua y, además, no pueden ser reciclados; su extracción supone procesos agresivos con el medio ambiente. Los materiales que sí pueden ser recuperados no tienen demasiado valor, por lo que resulta más provechoso y adecuado ampliar su vida útil que desmontar el celular y aprovechar sus piezas para fabricar otros productos.
Greenpeace pide a Samsung que "sea transparente y que publique su plan para desmantelar y disponer de estos teléfonos". En la página web se lee: "También le pedimos a Samsung que no tire ni queme los aparatos; sería realmente innovador si Samsung evita este gran desperdicio que causaría un gran impacto ambiental".
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