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Google no tiene la culpa

Neurocientífico explica porqué la tecnología afecta nuestra capacidad de generar recuerdos
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24 de septiembre de 2017 a las 05:00
Un cartel, un ómnibus, un casa pintada de un color estridente. Cada detalle visto a lo largo de un camino transitado por primera vez se guardaba en la memoria para facilitar el recorrido a la siguiente. La formación de recuerdos, según explicó Fabricio Ballarini, neurocientífico argentino, tiene tres etapas: adquisición, consolidación y evocación. ¿Qué sucede cuando no se presta atención al entorno porque solo seguimos lo que indica Google Maps? La consolidación no ocurre y, por lo tanto, no se genera ningún recuerdo nuevo.

"Si esa información en vez de estar en tu cabeza está en tu celular, lo único que vas a hacer es poner la pregunta en un buscador", dijo en una entrevista con Cromo en el marco del II Congreso Iberoamericano sobre Televisión y Educación, celebrado en Buenos Aires y organizado por DirecTV.

Cuando el acceso a la información es muy rápido –una respuesta en Google o el aviso de un cumpleaños en Facebook–, no pasa por el cerebro. "Pasa por tu cuerpo pero se va", precisó. No llegan a formarse las redes necesarias de información entre neuronas. Y, sin ellas, no hay aprendizaje ni retención del dato.

¿La culpa es de Google o de cualquier otro servicio o dispositivo? Esos solo son los chanchos a los que se les rasca el lomo. El usuario recurre a la tecnología por comodidad y rapidez. Pero mientras la adquisición de información es constante, el cerebro no hace ningún esfuerzo. Lo contrario, según ilustró Ballarini, es "como correr". Provoca un gasto calórico. Lo otro no genera la conexión sináptica que hace que las neuronas almacenen el dato en un lugar físico de forma sostenida en el tiempo.
"La etapa de consolidación tarda 12 horas. Este período puede ser interferido a favor o en contra del guardado de esa información", apuntó Ballarini, investigador sobre la formación de los recuerdos.

Una investigación en la universidad McGill comparó los cerebros de usuarios de GPS y de no usuarios y hallaron que los no usuarios tenían más materia gris y mayor funcionalidad de su hipocampo que aquellos que dependían de sus dispositivos. El hipocampo es el responsable de la memoria y de la navegación espacial.

El uso de la tecnología sin que medie el aprendizaje vuelve "vago" al cerebro. "Quiere hacer lo que le dé más placer y le genere menos gasto de energía", señaló el científico. El costo es "enorme". "Nada va a pasar por tu cerebro", sentenció. Si todo lo resuelve internet, ¿para qué vamos a recordar?
Para Ballarini la respuesta es simple: la historia –nuestra historia– se escapa como arena entre los dedos. La foto que se toma rápidamente ante el David de Miguel Ángel sin que el espectador aprecie la perfección de sus líneas hace que no se retenga más información que el archivo en el celular.

La clave, entonces, es la sorpresa. Si el cerebro es sometido a una sorpresa –algo que rompa la rutina cercana a un aprendizaje–, podrá recordar mucho mejor lo que pasó una hora antes y una hora después. Lo que hay que tratar, entonces, es luchar contra la comodidad de no sorprenderse por todo lo que está a un clic de distancia.

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