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El hombre que hackeó a Estados Unidos

La particular historia de la vida de Snowden: de patriota a dolor de cabeza para el gobierno
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08 de diciembre de 2016 a las 05:00
El viaje de Edward Snowden desde aspirante a soldado en el ejército de Estados Unidos, hasta ser uno de los principales dolores de cabeza del gobierno fue dramático. El hombre es considerado un héroe para miles de personas en todo el mundo. Hoy tiene 33 años y está asilado en Rusia desde el 2013 porque hizo lo que creía correcto; porque cuestionó lo que parecía, incluso para sí mismo durante mucho tiempo, incuestionable. Lo que pocos se animan a desafiar: el sistema y la forma de proceder de la mayor potencia en el mundo de occidente.

Snowden era un estadounidense patriota típico. En sus años de juventud se unió al ejército porque quería generar un cambio en el mundo y estaba convencido de que el camino para lograr eso era el que le mostraba su gobierno, aquella autoridad máxima que siempre tenía la razón. Sin ser el mejor de su cuadrilla, Snowden avanzaba dentro de la carrera militar con esfuerzo y perseverancia. Aunque claro, cayendo –literalmente– en el barro durante sus entrenamientos en alguna que otra oportunidad.

Una mañana, el joven aprendiz de soldado se partió una pierna de la manera más absurda posible, tras un resbalón. Aquella casualidad lo dejó completamente limitado físicamente y su médico le prohibió retomar con sus ejercicios en la milicia.

Pero su herida no le mitigó ese deseo de ser el cambio. Snowden –una película dirigida por Oliver Stone y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt y que se estrena hoy en los cines de Uruguay– retrata el viaje de aquel joven cargado de aspiraciones e ideales y de cómo su experiencia se las redujo a polvo, o al menos le cambió completamente el rumbo a su propósito. Porque Snowden generó una gran diferencia pero no por la vía que siempre hubiese pensado.

Luego de su carrera militar frustrada dentro de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, el joven ingresó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) para servir a su país detrás de un monitor. "En el futuro, las verdaderas guerras no se darán en un campo de batalla de Oriente; serán en internet", le dijo uno de sus jerarcas a Snowden durante su época de aprendiz en la organización. De esta manera, la película acompaña al joven en esa nueva etapa dentro de los servicios de inteligencia en la que sus días transcurren creando software que pueda detener amenazas a la seguridad de Estados Unidos en la web.

Todo cambia cuando el protagonista se entera de que el gobierno espía a absolutamente todos los ciudadanos e invade libremente su privacidad hasta el punto de que puede activar las cámaras web de sus computadoras sin que los dueños se enteren. Pero lo que verdaderamente destroza a Snowden es ver cómo un programa que creó para proteger los datos de sus compatriotas, era utilizado para espiarlos con mayor precisión.

El golpe definitivo


En el transcurso de toda la historia, el director del filme se esfuerza en hacer notar –con acciones del personaje y valores de planos concretos– que Snowden era un hombre ético hasta la médula y que todas sus estructuras se ven cuestionadas gracias a su encuentro con personas opuestas a su manera de pensar. Por ejemplo, una chica hippie moderna –interpretada por Shailene Woodley– de la que se enamora en un chat de citas y que termina siendo su novia y acompañante incondicional; y un docente completamente desencantado con el gobierno, encarnado por Nicolas Cage.

Son estas relaciones lo que sustentan también parte importante de la película y ayudan a narrar la angustia y la desesperación de Snowden, sobre todo aquella entre él y Lindsay, el personaje de Woodley. Su amor es lo que motiva al protagonista a hacer lo correcto al final y también un poco lo que lo frena. Porque hacer algo era seguir sus ideales pero también renunciar a una vida fácil y cómoda.
De esta forma, Snowden roba evidencia que demuestra cómo Estados Unidos estaba utilizando herramientas desarrolladas por técnicos de la NSA para violar la privacidad de la gente y en una jornada maratónica con una video periodista y dos escritores del diario inglés The Guardian escriben una serie de publicaciones que lo demuestran. Luego, el gobierno le da caza sin éxito.

La película es un drama ágil al que le falta un poco de ese debate interno que sufrió Snowden antes de hacer lo que hizo, y el cual se manifiesta más que nada con sus reacciones y vínculos. Gordon-Levitt lleva bien el personaje, pero lo mantiene bastante ajustado.

El filme cumple con comodidad su objetivo de pintar a uno de los personajes de la historia política estadounidense más reciente.

Lo más seguro es que el espectador salga de la sala y vaya directo a tapar con una cinta la cámara web de su computadora.

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