Dolores Reed, la bióloga supervisora del del Instituto de Biología de la Conservación Smithsonian con un caballo de Przewalski. Estos animales consideraban extintos hasta 2008 cuando pasaron al estatus "en peligro de extinción"

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El futuro de los zoológicos está en el freezer

El esfuerzo extraordinario de las instituciones por conservar especies en peligro está entre la inseminación artificial y el complicado proceso de reproducción natural de los animales en cautiverio
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30 de julio de 2014 a las 16:45
Amani no es otra cara linda. Es un atractivo ejemplar de guepardo hembra cuyo nombre significa "aspiración" y que tiene una fuerte línea familiar que se remonta a Namibia y Sudáfrica. Sus fuertes genes hacen de ella uno de los miembros más importantes en su pequeña comunidad en las afueras de Front Royal, Virginia. A diferencia de las personas, que pagan hasta US$ 2.000 para realizarse pruebas de ADN, Amani consiguió la suya gratis, cortesía del Instituto de Biología de la Conservación Smithsonian. Estos biólogos estudian todos sus movimientos, esperando que sus cachorros ayuden a aumentar la población de guepardos, que vienen disminuyendo en los zoológicos de todo Estados Unidos.

Los zoológicos están tomando medidas extraordinarias para superar tres retos fundamentales: el mantenimiento de sus poblaciones sin cruzar individuos con genes similares, la sustitución de los animales sin tomar demasiados del medio silvestre y la reposición de cientos de especies de animales silvestres amenazadas y en peligro de extinción que están desapareciendo en todo el mundo.

Proyectos de conservación


El Smithsonian está al frente de un ambicioso proyecto de los zoológicos estadounidenses para salvar a las especies en peligro de extinción. A los animales en el instituto y en el Zoológico Nacional de Washington se les asigna un nombre que va en un álbum familiar gigante llamado "libro genealógico", que los sigue desde el nacimiento.

Los más de 400 biólogos e investigadores voluntarios que trabajan en el libro genealógico están reuniendo datos laboriosamente, en un software que incluye información sobre cada individuo de cada especie. "Ellos anotan quiénes eran los padres, de dónde venían cuando se encontraban en estado salvaje, el seguimiento del pedigrí, sus ancestros", dijo Sarah Long, directora del Centro de Gestión de la Población de la Asociación de Zoológicos y Acuarios. "Nos fijamos en todos los acontecimientos de la vida del animal, si han sido transferidos de otro zoológico, si han dado a luz, si han estado en una exposición", señaló.
Analizamos el índice de natalidad y la tasa de mortalidad para predecir cuántos descendientes van a tener en un año determinado. Tenemos que planificar para eso y para producir más nacimientos", señaló la bióloga Sarah Long

"Analizamos el índice de natalidad y la tasa de mortalidad para predecir cuántos descendientes van a tener en un año determinado. Tenemos que planificar para eso y para producir más nacimientos. Elaboramos el árbol genealógico para determinar quién debe aparearse con quién, para evitar consanguinidad”, explicó.

La realidad es mucho más profunda que eso. Los cuidadores del zoológico no solo incentivan que todos los animales se reproduzcan de forma natural, desde los hurones hasta los rinocerontes, sino que también están en medio de un esfuerzo extremo para congelar criogénicamente y preservar el semen. Incluso toman muestras de los animales unos pocos días después de que han muerto, para que puedan ser resucitados a través de la inseminación hasta 10 años después.

Eso ocurrió apenas el mes pasado, cuando el semen congelado de Jimmy, un rinoceronte asiático, fue trasladado de urgencia desde el zoológico y jardín botánico de Cincinnati al Zoológico de Búfalo en un Volkswagen para inseminar a Tashi, que dio a luz nueve años después de la muerte del padre. Ante el asombro de los biólogos, esto funcionó, porque aún cuando las células de un animal no mueren en el instante en que fallece, la congelación de semen y la preservación de las células vivas es una tarea difícil que ha resultado en decenas de fracasos.

Reproducirse para no desaparecer


Un éxito destacable es el obtenido con los osos panda. Un estudio publicado la semana pasada estableció que la inseminación artificial y la monta natural son causa de los "altos niveles de diversidad genética y los bajos niveles de endogamia" entre los pandas gigantes en cautiverio. Los pandas ya no tienen que ser capturados en el medio natural para la reproducción, según el estudio, publicado en la revista online Biología Molecular y Evolución.

El Zoológico Nacional de Washington tiene su propio ejemplo, Bao Bao, una cachorra de panda concebida "como el resultado de una inseminación artificial con precisión oportuna, por científicos del Instituto de Biología de la Conservación y China", dice la página web del zoológico. Se espera que la institución pueda celebrar su nacimiento en menos de un mes, el 23 de agosto.

El instituto cerca de Front Royal está estudiando y criando a 22 especies, tan pequeñas como el hurón de patas negras, en peligro de extinción, o tan grandes como el caballo de Przewalski, que tiene una extraña semejanza con los caballos en antiguas pinturas rupestres.

"Esta especie estaba extinta en estado silvestre en la década de 1960", dijo su cuidador, Budhan Pukazhenthi, científico e investigador. Los científicos comenzaron la cría de los pocos caballos que permanecían cautivos en esa década y ahora hay 1.600 en todo el mundo, en su mayoría producto de la inseminación artificial con semen congelado, y casi un tercio de ellos han sido reintroducidos en la naturaleza.

Alrededor de 300 hurones criados en el instituto están vagando por las llanuras americanas, tratando de no ser comido por los coyotes. Eso no es nada en comparación con los 100.000 que deberían estar allí, dijo Paul Marinari, curador y responsable del libro genealógico para la especie.

¿Jugar a ser Dios?


La cuestión de evitar que los animales relacionados genéticamente se crucen explotó en el ámbito público en febrero, cuando el zoológico de Copenhague sacrificó a Marius, una jirafa de 18 meses de edad sana, porque no podía utilizarla en el programa de cría de la institución.

Los genes de Marius ya eran muy comunes en la población de ese zoológico. Así que los gerentes decidieron darle a la jirafa una última comida de pan de centeno, su favorita, y la mataron con un disparo de pistola. Este hecho provocó la condena en todo el mundo, ya que masacraron su cadáver frente a los visitantes del zoológico, muchos de ellos niños, y se lo dieron a los leones.
Ciertamente no creo que estamos jugando a ser Dios", dijo Barbara Durrant, fisióloga de reproducción

Algunos críticos acusaron a los zoológicos de tratar de jugar a ser Dios en el reino animal, pero los investigadores estadounidenses han escuchado lo suficiente de ese discurso. "Ciertamente no creo que estamos jugando a ser Dios", dijo Barbara Durrant, fisióloga de reproducción que supervisa la parte de la investigación que alberga el “Zoológico Congelado” de semen y material biológico de 9.000 aves, reptiles, mamíferos y otros animales.

Matar a una animal, como hicieron en Copenhague, mientras que otros zoológicos de Europa estaban dispuestos a tomarlo, es extremadamente raro. Los biólogos sostienen que esa muerte no es nada comparada con los incontables animales que han desaparecido de las áreas silvestres en todas partes del mundo, desde África hasta Idaho debido a la pérdida de hábitat causada por los seres humanos.

Un número especial de la revista Science, publicado en Internet el jueves, se dedica a lo que llama las alarmantes tasas de descensos de los animales y las extinciones "a través de la destrucción de las tierras salvajes, el consumo de los animales como un recurso o un lujo, y la persecución de las especies que se ven como amenazas o competidoras."

"La investigación actual sugiere que si no somos capaces de terminar o reducir la velocidad de su pérdida, significará más para nuestro propio futuro que un corazón roto o un bosque vacío", escribió Sacha Vignieri en la introducción. "Estamos corrigiendo lo que la interferencia humana ha causado", dijo Durrant firmeza. "Ese no es el plan de Dios."






La historia de Amani




Amani llegó en 2007 a Washington con su abrigo de color miel manchado y grandes ojos color caramelo. En este Zoológico, la población de guepardos venía disminuyendo y pronto los biólogos estaban salivando sobre su potencial para diversificar la reserva de genes de guepardo. Dos años después, ella fue conducida al instituto donde se ejecuta el programa de cría.

La obtención de los guepardos para aparejarlos es a menudo una pesadilla, y así fue con Amani. La inseminación artificial no es una opción, porque los biólogos no han descubierto el ciclo ovárico de las hembras y solo una inseminación artificial en Cincinnati ha tenido éxito, en una larga lista de fracasos.

Así, la bióloga Adrienne Crosier emprendió un laborioso proceso para aparear a Amani. Los machos que estaban lejos de los corrales de las hembras fueron traídos más cerca. Los biólogos saben que una hembra está en celo, lista para reproducirse, cuando los machos la huelen y ladran de una forma particular.

Si ladran, se los pone cara a cara y si se gustan, quiere decir que la cosa va bien, pero a menudo esto no ocurre. Amani rechazó varios machos hasta que finalmente se apareó y tuvo un solo cachorro, Nick. Una cría solitaria es un problema porque normalmente las madres las abandonan, ya que no se alimentan lo suficiente como para que siga produciendo leche. Crosier pensó que Nick estaba condenado y en desesperación lo separó de su madre y se lo dio a una madre sustituta, Zazi.

"Estaba nerviosa. Fue un gran riesgo", dijo Crosier. Zazi podría haber matado al cachorro que no era el suyo. “Pero creo que ella supo de inmediato que era diferente”, dijo. “Los recogió a los dos”, al suyo y al de Amani. “Fue increíble”, concluyó la bióloga.

Amani ha tenido tres camadas desde Nick. Los cachorros de las dos primeras camadas están ahora en el San Diego Zoo Safari Park y el zoológico de Dallas, y dos mujeres de la tercera camada han sido asignadas a una exposición en Walt Disney World.

Crosier vio como el gran gato se estiraba y retorcía su cuerpo para lamer un cachorro con adoración. "Amani ha sido una excelente madre," señaló.




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