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Ciencia > IMÁGENES

El arca fotográfica de los animales en vías de extinción

El proyecto pretende concientizar sobre el destino de especies cautivas
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23 de junio de 2017 a las 05:00

El fotógrafo de National Geographic Joel Sartore llevaba casi 20 años documentando la naturaleza a través de largos viajes por todas partes del mundo.

Un día, inspirado en parte por el ornitólogo John James Audubon, que en el siglo XIX pintó varias aves hoy extintas, decidió adoptar un enfoque diferente; más simple. Pensó que un retrato era la mejor forma de captar la morfología de un animal, sus rasgos, su mirada.

Fue así que en el verano de 2006 Sartore acudió a su amigo John Chapo, director ejecutivo del Zoo Infantil de Lincoln, para solicitarle retratar algunos de sus animales.

Lo único que pidió el fotógrafo a Chapo y al conservador Randy Scheer fue un fondo blanco y un animal capaz de posar inmóvil. Scheer propuso a la rata topo lampiña. Esta criatura fue el disparador del proyecto de Sartore: retratar especies cautivas y concientizar a la gente sobre su destino.

"Lo que más me gusta es trabajar con bichos como éste, a los que nadie presta la menor atención", afirmó.

Desde un primer momento se planteó trabajar dentro de parámetros básicos: un fondo negro o blanco. "Es un método de igualación muy democrático. El oso polar no es más importante que el ratón, ni el tigre que el escarabajo tigre".

A los animales grandes los fotografía en sus recintos. Cuelga un telón negro en el fondo o bien pinta un muro. En el caso de los animales más pequeños, los coloca en una caja acolchada, con un orificio lateral por donde introduce el objetivo.

Las sesiones nunca duran más que unos pocos minutos. La manipulación de los animales queda a cargo del personal del zoo y, si en algún momento el animal da señales de estrés, la sesión concluye en el acto. La seguridad y comodidad de los animales siempre es prioridad.

Se estima que existen entre dos y ocho millones de especies animales en nuestro planeta. De estas, entre 1.600 y tres millones podrían extinguirse antes de que termine este siglo, debido a la pérdida de su hábitat, el cambio climático y el comercio de fauna salvaje.

Los zoológicos son la única esperanza para muchos de estos animales, pero estos apenas acogen un mínimo porcentaje de las especies del mundo. Aún así, Sartore estima que le llevará por lo menos 25 años fotografiar a la mayoría de las especies en cautiverio.

Más de 5.600 animales ya fueron retratados en los últimos diez años para este proyecto, denominado PhotoArk ("Arca Fotográfica"). Desde una mosca de Mydas hasta un oso polar, pasando también por animales marinos y aves. Aún sigue retratando, y afirma que seguirá con este proyecto mientras viva.

La mayoría de los animales de PhotoArk nunca habían sido fotografiados con tanto detalle. Son un documento fundamental para recordarlos luego de su extinción. Pero Sartore aclara que "no es solamente componer una necrológica gigantesca de lo que hemos echado a perder. El objetivo es ver estos animales tal y como eran cuando vivían".

De hecho, las fotos de Sartore han logrado un efecto positivo en algunas especies. Es el caso de los chingolos saltamontes, un ave cuya población en Florida había caído en picada. Cuando se divulgó la imagen tomada por el fotógrafo, su situación desesperada quedó en evidencia. Entonces, la financiación federal que recibía el Servicio de Vida Salvaje de Estados Unidos para trabajar por su conservación aumentó de 20.000 dólares a más de un millón.

Según informa National Geographic, los retratos de Sartore fueron vistos por millones de personas y, con esto, todas estas criaturas lograron visibilidad. Publicadas en la revista National Geographic, posteadas en Instagram o proyectadas en el Empire State Building, la sede de la ONU o la basílica de San Pedro.

Pero el proyecto PhotoArk también ha causado un gran efecto en el propio fotógrafo: "Me ha hecho consciente de mi propia mortalidad. Sé cuánto tiempo me llevará completarlo".

Si no consigue retratar a las miles de especies que le resta fotografiar, su deseo es que su hijo Cole, de 18 años, sea quien lo releve en este proyecto. "Quiero que las fotos sigan cumpliendo su misión mucho tiempo después de mi muerte".

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