Una única vaca puede producir cerca de 30 litros de sangre luego de faeneada. El arquitecto británico recién egresado,
Jack Munro, recolectó sangre de cuatro de estos animales, les agregó un componente antibacterial para evitar que crecieran hongos. Lo mezcló con arena y lo cocinó a fuego lento, a solo 160 grados de temperatura.
En esto consistieron las primeras pruebas del entonces estudiante de arquitectura, que ya había visto en la sangre animal un potencial material de construcción. Según dijo a la
revista Fast Co. Design, esta es "uno de las más prolíficos residuos en el mundo", pero la gente se deshace de él en vez de reutilizarlo.
Si bien los ladrillos de sangre y arena que logró construir para
su tesis no son extremadamente fuertes, sí son resistentes al agua y su creador no deja de verlos como un material alternativo en los países subdesarrollados, donde los materiales de construcción son escasos.
La tesis ganó el premio 2012 a Mejor Proyecto de Diseño de graduación y está nominado para la Medalla de Plata RIBA 2012.
El arquitecto dijo a Fast Co. Design que imagina edificios hechos de estos ladrillos en zonas con clima árido, por ejemplo en el Medio Oriente, donde por lo general se utilizan ladrillos de barro.
"Creo que existe un claro potencial en el mundo real para la aplicación de las técnicas de
este proyecto", opinó Munro, quien todavía no se plantó hasta que punto influiría otra de las cuestiones: ¿quién se animaría a ocupar un edificio hecho de sangre?