Finaliza un mundial y comienza otro donde Uruguay puede darse el gusto de lograr otro Maracanazo. En el mundo de los robots, Joaquim Silveira Francolino y Pedro Sales Rodríguez, dos adolescentes de 14 años, son la “esperanza celeste”.
Desde hoy se desarrolla en Brasil la
RoboCup, una competencia internacional creada en 1997 en Japón con el objetivo de promover la investigación, desarrollo y educación sobre robótica e inteligencia artificial. Para ello, realizan competencias entre robots caseros y prediseñados de diferentes tamaños, en cinco ligas, y la de fútbol es la más famosa (
ver recuadro).
Los adolescentes uruguayos participarán en la liga de rescate, cuyo objetivo es conseguir que las máquinas actúen en situaciones de ambiente hostil, como un incendio o derrumbe. En este caso en concreto, el robot tiene que seguir una línea por un escenario que simula un desastre natural. De forma autónoma (o sea, sin un control remoto) debe identificar y evitar los obstáculos en el piso hasta llegar a una sala donde hay una víctima, representada con una lata, a la que tiene que sacar y dejar en una zona segura. Entonces, el rescate es considerado exitoso.
Vocación
Hace unos siete meses, Joaquim y Pedro decidieron ingresar en la competencia. Es que, además de ser amigos, los dos tenían experiencia en el tema.
De chico, Pedro hacía circuitos electrónicos con motores de juguetes y le intrigaba el funcionamiento de las cosas. Ya de adolescente participó en el curso Introducción a la robótica con Arduino, de
MVD Robotics.
Joaquim, por su parte, contó que durante su infancia en Australia se vio atraído por el área mediante pequeñas cosas, como mirar Transformers o jugar con piezas de Lego. Luego, al mudarse a Brasil, asistió a un curso en su escuela que le permitió adquirir un mayor conocimiento sobre la robótica. Tanto es así que en 2010 salió campeón mundial en la
Olimpíada Brasileña de Robótica, en la misma categoría que competirá ahora con su amigo.
El robot celeste
La experiencia previa fue un factor decisivo para que eligieran la liga de rescate, además de ser un área que les resultaba interesante, contaron. Pero también influyó lo económico: “Las demás categorías también están buenas, por ejemplo la de fútbol, pero requiere un poder adquisitivo muy alto porque son robots caros. Los humanoides para practicar este deporte valen unos US$ 9.000 cada uno y se usan seis por partido”, explicó Joaquim.
La estructura de su robot rescatista se compone de bases de piezas Lego, mientras que lo que sería el “cerebro” de todos los sensores, que son 12 en total, está formado por un microcontrolador llamado Arduino Mega. Para poder llevar a cabo la misión también tiene dos ruedas oruga, como las de los tanques de guerra, y una pinza para agarrar la lata en problemas.
El costo de crear este robot autóctono oscila entre los US$ 800 y US$ 1.000. No consiguieron espónsores para financiar su construcción, pero sí para crear una réplica del escenario en donde competirán durante la RoboCup.
Los jóvenes, que desde el viernes se encuentran en la ciudad brasileña de João Pessoa, dijeron que se tienen “mucha fe”. Además de la ilusión de salir campeones, su objetivo es ganar más experiencia y conocer otros equipos.
El torneo, que finalizará el viernes, cuenta con unos 3.000 participantes de 45 países, distribuidos en más de 400 equipos, que competirán ante la atenta mirada de 60 mil espectadores. No será el Mundial FIFA, pero es el evento más importante dentro de la robótica.
Mundial 2050
El evento estrella de la RoboCup es el
campeonato de fútbol de robots, dividido en cinco categorías. Entre ellas se encuentran la “humanoide” y de “plataforma estándar”, en la que los competidores utilizan el mismo equipo básico (un Aldebaran Nao como el de la imagen), pero lo programan con su propio software. El objetivo es ir mejorando hasta que, en 2050, los campeones robóticos se enfrenten a los humanos ganadores del Mundial FIFA y les hagan partido, algo muy lejano hoy.
Joaquim y Pedro dijeron que la idea es buena y que, si bien va a ser difícil ganarle a los futbolistas humanos, es posible por todo lo que han avanzado las máquinas desde el primer año que se hizo la RoboCup. El desafío está planteado.