El
quilling surgió en el siglo XVII como un arte religioso: los monjes, curas y monjas utilizaban filigranas de papel para decorar textos sagrados. Es una técnica que requiere de la paciencia para recortar el papel, la manualidad para pegarlo y el sentido estético para crear con todo ello una obra atractiva.
Sarah Yakawonis es una joven diseñadora gráfica estadounidense que, según contó al sitio
All things paper: “Quería hacer un
quilling que fuera diferente a las flores tradicionales, las letras y los motivos naturales. Si bien encuentro estos temas encantadores, no eran de mi interés como diseñadora. Quería hacer una serie que fuera macabra en yuxtaposición al
quilling más tradicional”.
Por eso generó estas obras donde disecciona órganos, huesos y músculos varios, generando esa dualidad entre la belleza de los distintos tonos de papel contorneándose y la repulsión de una mesa forense.
En palabras de Yakawonis: “Hay una correlación visual entre la forma de las filigranas de papel y los músculos humanos que simplemente funcionan muy bien”.