Estos son años de reivindicación para los otrora denostados zombies. Un ejemplo de que la epidemia es incontenible son los
récords de audiencia que cosecha cada nuevo capítulo de la serie The Walking Dead. Pero parece que los muertos vivientes no se conforman solo con la televisión, también quieren invadir tu computadora, tu tableta y, claro está, tu consola de videojuegos.
Hace pocas semanas el juego inspirado en
The Walking Dead y desarrollado por la empresa Telltale Games, obtuvo el premio al mejor del año en los VGA, algo así como los Oscar de los juegos.
Lo primero que hay que aclarar es que el juego está inspirado en el cómic que a su vez dio lugar a la serie. De hecho, esta historia transcurre mientras Rick Grimes –el protagonista de la serie de televisión interpretado por Andrew Lincoln– permanece en coma. Lo segundo es que, al igual que el programa, el relato tiene un tono introspectivo que invita al jugador a no resolver los conflictos a los tiros.
La historia tiene como protagonista a Lee Everett, un fugitivo que asume la misión de salvar del apocalipsis zombie a Clementine, una niña que ha quedado huérfana. La trama enfrenta al jugador a situaciones límites, en las que tendrá que ayudar a Lee, generalmente a través de un multiple choice, a resolver dilemas. Esas decisiones cambian el rumbo del juego, por lo que es probable que dos jugadores no recorran la misma historia.
Justamente aquí está el atractivo de
The Walking Dead: los personajes están tan bien logrados y los dilemas tan bien planteados que por momentos el jugador queda estancado en decisiones morales –a quién salvar, por ejemplo– y a nudos dramáticos dignos de una película.
El juego se estructura en episodios y lo cierto es que, al llegar al último, se siente haber sido parte de una gran e intensa película. Y por si fuera poco, el final es de antología.
Con todo esto solo cabe decir que
The Walking Dead contagia más rápido que un zombie hambriento.