Algunas veces para las grandes marcas ser
trending topic o titular en la prensa es más importante que desarrollar buenos productos y cumplir en tiempo y forma con las promesas realizadas a sus clientes y usuarios.
Un evento tan llamativo como el
MWC es una gran tentación para las empresas de colocarse bajo el foco y llenar sus discursos de promesas y planes a futuro que alienten el consumo de sus productos.
Aquí repasamos los cuatro fiascos más grande del congreso español:
Llamadas por Whatsapp: El año pasado, Jan Koum, fundador de Whatsapp, anunció que la aplicación ofrecería llamadas de voz. Un año después la aplicación no ha cumplido su promesa. Solo unos pocos afortunados han podido probar la versión beta de esta prestación. El
culpable puede ser el mismísimo Facebook, que pudo haber retrasado esta característica al comprar Whatsapp a mediados del 2014.
Firefox en móvil: Hace dos ediciones, la empresa del navegador web protagonizó la feria con una idea alocada pero realizable: desarrollar un sistema operativo para celulares que compitiera codo a codo con Android e iOS. Firefox prometió una revolución que culminó con un software mediocre en algunos dispositivos Alcatel. Si bien la empresa repitió su promesa el año pasado, la realidad es que todavía no hay desarrolladores interesados en sacar a flote este proyecto.
Ubuntu: Linux no quiere quedarse por fuera de la tendencia de desarrollar sistemas operativos móviles y con
Ubuntu pretendía alcanzar este objetivo, pero la realidad es que todavía no han podido cautivar a ninguna marca más que a BQ para que apostara por ellos al incluir su software en sus tabletas o teléfono inteligentes. Aún se encuentran trabajando en ello y no quieren darse por vencidos ya que su primer lanzamiento este año fue un rotundo éxito.
Poca vida para los Nokia X: Hace un año
Microsoft promocionaba con bombos y platillos el lanzamiento de su nueva terminal que combinaría lo mejor de Nokia con lo mejor de Android en un dispositivo que unía a dos enemigos: Google y Microsoft. La alianza se defendió asegurando que lo que pretendía Microsoft era integrar sus servicios en smartphones más competitivos para que estos llegaran a un público mayor. La decisión, de todas formas, duró poco. Microsoft cambió de autoridades y se desechó el proyecto.