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¿Cómo es vivir un año desconectado de internet?

Un redactor de una revista tecnológica se sometió al desafío. Al principio se sintió “vivo”, pero luego empezó a sentir las desventajas de la vida offline
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07 de mayo de 2013 a las 05:00
El redactor del blog de tecnología de The Verge, Paul Miller, se sometió a un desafío difícil, cuando su tarea es hacer diametralmente lo opuesto: no conectarse a internet durante todo un año.

Según contó en su blog, dejó de estar online, porque pensaba que se estaba transformando en una persona improductiva, impaciente y que estaba "corrompiendo" su alma. Con esta idea buscaba ser más "real", más "perfecto".

Con 26 años, confesó que fue consumidor "compulsivo" de internet desde que tenía 12 años. También, como escritor de temas tecnológicos buscaba "descubrir lo que internet había hecho" de él durante estos años.
Se ha gastado mucha tinta sobre el falso concepto de 'amigo' de Facebook pero puedo decirles que un amigo de Facebook es mejor que nada", dijo Paul Miller después de un año offline

El primer paso fue apagar su router. Luego, cambió su smartphone por un celular de primera generación y se sintió "libre".

Dos semanas más tarde empezó a participar de actividades que su “hiperconexión” nunca le hubiesen permitido. Por ejemplo, una reunión con judíos ortodoxos en Nueva York, con quienes aprendió de los rabinos cuáles eran los peligros de internet. Contó que sus nuevos amigos lo animaban a "detenserse y disfrutar del olor de las flores".

Dijo que su vida se "llenó de acontecimientos", como "encuentros con personas en la vida real, paseos en bici y literatura griega". "Sin saber cómo, escribí la mitad de mi novela y conseguí entregar mi artículo a tiempo cada semana", agregó.

Confesó que se sentía un poco solo y "bastante aburrido". No obstante, "la ausencia de estímulos constantes" lo ayudaron a concentrarse "en las cosas que realmente importan, como escribir y pasar tiempo con los demás".

Su atención mejoró. De leer 10 o 20 páginas de La Odisea en un mes o dos, pasó a abarcar 100 páginas en un día. También la atención en los demás: "Me di cuenta de que estaba más al tanto de los demás en este momento", afirmó.

Sentía que sus ideas se estaban ramificando hacia otras direcciones. "Me sentía diferente y un poco excéntrico, y me gustó", puntualizó.

Los problemas


Pero no todo fueron rosas. El problema que más le afectó fue la lentitud del correo. Durante el año, Paul revisaba sus cartas en el buzón de su casa, lo cual le causaba alegría. Pero contestarlos era un problema. "Por alguna razón, ir a Correos empezó a sonarme como otro trabajo", dijo. A tal punto, que comprobó que "responder una docena de cartas a la semana era tan agobiante como gestionar cientos de mails en un día".

En los primeros meses se sentía bien porque experimentaba "la ausencia de las presiones de internet". "Pero cuando dejé de mirar mi vida en el contexto de 'Yo no uso internet', la existencia offline se me antojó vulgar y sacó lo peor de mí", afirmó.

Llegó a fantasear con la idea de que en determinado momento sus padres enviarían a alguien a su casa para asegurarse de que seguía vivo. "Con internet es muy fácil saber que alguien está vivo y sano, es fácil colaborar con los compañeros de trabajo y ser una parte relevante de la sociedad. Se ha gastado mucha tinta sobre el falso concepto de Amigo de Facebook pero puedo decirles que un amigo de Facebook es mejor que nada", relató, según recoge el diario español El País.

El 1º de mayo de 2013 volvió al mundo online. Entendió que su experiencia, durante la cual leyó varios libros sobre internet, es algo que se hace con los otros. "Internet está donde está la gente".

El periodista concluyó: "Cuando vuelva a internet es posible que pierda el tiempo, que me distraiga o que haga clic en sitios inadecuados, y seguramente no tendré tiempo de escribir la gran novela de ciencia ficción americana. Pero al menos estaré conectado".

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