El borrador, publicado el pasado 25 de marzo y del que durante un mes se recogerán sugerencias entre la opinión pública, ha levantado mucha polvareda porque en él se considera pedir a los proveedores de servicios de internet que bloqueen el acceso a dominios alojados fuera del país. La vaguedad del lenguaje del borrador hace que esté abierto a distintas lecturas, por lo que internautas y portales de noticias advirtieron que, llevado a las últimas consecuencias, podría significar una literal desconexión entre el internet de China y el del resto del mundo.
Pekín, por su parte, argumenta que ha decidido tomar medidas más estrictas para la gestión de dominios por cuestiones de seguridad nacional, ante el aumento de los ataques informáticos a páginas web oficiales o de importancia estratégica. Esa inseguridad ha provocado que incluso destacadas compañías chinas como Alibaba (líder nacional en comercio electrónico) o Baidu (el buscador más utilizado en el país) tengan dominios registrados en otros países en lugar de en China.
Los más pesimistas opinan que la regulación esconde en realidad un nuevo esfuerzo para aumentar la censura y el control de los medios en China, donde ya están bloqueadas algunas de las páginas web más populares del planeta, desde Facebook a Twitter, YouTube o Google.
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