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Caída y resurrección de Facebook

Hace dos años parecía que buena parte del mundo tecnológico estaba en su contra; logró recuperarse y extender su dominio y ahora tiene otro desafío: demostrar que su influencia no es una amenaza para la democracia
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26 de noviembre de 2016 a las 05:00
El 4 de enero de 2014, Cromo publicó un artículo titulado "La inevitable caída de Facebook". Casi tres años después esta afirmación genera dudas, porque si bien Facebook atravesó una época no muy gloriosa cerca de su décimo cumpleaños, nunca dejó de reinventarse y de acaparar cada vez más usuarios. Hace dos años los analistas lo comparaban con MySpace, Yahoo y muchos otros sitios que tuvieron su explosión de popularidad y luego una brusca caída.

Incluso se vaticinó su muerte por tres factores: el creciente abandono de los adolescentes, la superpoblación de publicaciones que nadie leía y la insatisfacción de los inversionistas.

Por un lado, el público de 16 a 18 años (quienes en su momento fueron los encargados de hacer crecer la red social con selfis y fotos de todo lo que hacían en el correr del día) se sentía "avergonzado de que siquiera se los asocie" con la plataforma, según un estudio realizado por el antropólogo Daniel Miller de la University College London. Esto, en parte, se debía a que se relacionaba la red social con el público más adulto.


¿Dónde estaban los adolescentes? En otras redes sociales más especializadas o con menos adultos, como WhatsApp y Snapchat.

La masificación de la telefonía móvil y las redes sociales en los smartphones facilitó la transición de una red social a otra, en vez de tener que centralizar toda la información en un solo perfil de una red (y los peligros de ciberseguridad que ello implica).

Nada interesante

Otro de los problemas fue la vorágine de posteos irrelevantes para cierta porción del público de Facebook. Lo que en un momento fue una red social para enterarse de lo que hacían familiares y amigos, en 2014 se convirtió para muchos en un boletín con contenido impersonal y lleno de noticias y publicidad.

Este último punto fue otra de las grandes molestias que generó la gran red social en aquella época, con la aparición de la publicidades en video que se iniciaban automáticamente y que no podían cerrarse, sino solamente silenciarse. Una encuesta de Analytic Partners informó que 83% de los usuarios consideraba a los videos publicitarios una intrusión y que probablemente los ignorarían.

Facebook se vio envuelto en una nueva polémica cuando lanzó la herramienta "Revisión del año", con la cual se hacía automáticamente un repaso de los posteos e interaciones de los usuarios. Al escritor Eric Meyer, Facebook le mostró una foto de su recientemente fallecida hija de 6 años de edad; las protestas obligaron a la empresa a revisar –nuevamente– los algoritmos.

El último clavo en el aparente ataúd de Facebook lo puso un engaño de la empresa a sus inversores acerca de su condición financiera, que terminó en una demanda por no haber divulgado, entre otras cosas, las previsiones de las reducciones de ingresos por el uso de móviles.

Números (des)motivantes

En 2014 el número de usuarios en Facebook ya superaba los 1.300 millones. Y si bien eso podría haberse visto como una señal de éxito, había expertos que asemejaban la red a una plaga que terminaría por morir.
Eso fue lo que determinaron estudiantes de la Universidad de Princeton, quienes compararon a la red social con una enfermedad. Los estudiantes vaticinaron, según una serie de cálculos, que Facebook perdería 80% de los usuarios hacia 2017.

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Para llegar a esta conclusión también acercaron a Facebook al triste destino que tuvieron otras redes sociales tales como MySpace o Bebo (¿alguien la recuerda?).

"Las ideas, como las enfermedades, han demostrado esparcirse infecciosamente entre las personas antes de eventualmente morir, y han sido descriptas exitosamente con modelos epidemiológicos", decían los autores en el estudio, y agregaban: "Las ideas se esparcen a través del contacto comunicativo entre distintas personas. Los manifestantes últimamente pierden interés con la idea y dejan de manifestarla, lo cual puede ser interpretado como la ganancia de 'inmunidad' ante la idea".
Este oráculo para nada favorable pudo haber sido un baldazo de agua fría. O un incentivo para tratar de revertir todo eso que se predecía para la red social en el corto plazo.

Resurrección

Casi terminado el 2016, Facebook sigue gozando de la buena salud con la que contaba en su momento de apogeo. Con casi 1.800 millones de usuarios activos al mes (quienes se han logueado al menos una vez en los últimos 30 días), Facebook es la red social más utilizada en el mundo.

La resiliencia de Facebook vino cuando la empresa se marcó como estrategia capturar al público joven y decidió que si estaban usando otras redes sociales era hora de comprarlas. WhatsApp e Instagram, adquiridas en 2014 y 2012, respectivamente, son ejemplo de eso. La otra decisión apunta al mismo objetivo: si no puedo comprarlas porque están en manos de la competencia directa, es hora de imitarlas. Esto último fue lo que pasó con Periscope; adquirirla no era una opción por ser propiedad de Twitter, pero Facebook lanzó Facebook Live.

¿No hay internet en su área? No se preocupe, Zuckerberg se lo envía por dron (pero no olvide hacerse un perfil de Facebook).

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A Facebook también le sirvió mirar hacia el futuro. La realidad virtual no era una opción que se vislumbrara a corto plazo, hasta que una idea de la plataforma de financiación colectiva Kickstarter hizo reales a los Oculus Rift. El gigante de las redes compró el desarrollo del visor y se empezó a definir la idea de una red social más inmersiva gracias a la realidad virtual.

Contenidos falsos

El problema del exceso de posteos irrelevantes comenzó a solucionarse con una serie de cambios que se dieron sobre todo en 2016, algunos de los cuales apuntaron a destacar los posteos de familiares y amigos por sobre las noticias y contenidos de otros sitios.

Sin embargo, en el afán de hacer al muro de Facebook más atractivo para sus usuarios, la red social descuidó un factor muy importante: la credibilidad. La confianza en el algoritmo que enfatizaba los contenidos de los familiares y amigos de los usuarios, además de la detección de temas populares de conversación, llevó a Facebook a despedir a su cuerpo de editores. Estas personas eran las que se encargaban de determinar cuándo un contenido que era tendencia era verdadero o no y, en el caso de que fuera falso, evitaban que destacara para que no prosperara.

Al reemplazar a los editores por ingenieros para mantener el algoritmo, la red social se inundó de noticias falsas. Hay analistas que incluso sostienen que la abundancia de este tipo de contenidos en las redes sociales (y de gente que cree en ellas) fue uno de los factores que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca.

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BuzzFeed calculó que las mayores 20 historias falsas provenientes de sitios especializados en hoax (farsas o bromas) y de blogs partidistas generaron durante los últimos tres meses de la campaña presidencial estadounidense un poco más de 8,7 millones de comentarios, reacciones y comparticiones en la red social.

Para Hernán Galperin, experto de la Universidad de Stanford en regulación e impacto de las nuevas tecnologías de información y comunicación, todavía no se puede saber si las noticias falsas han tenido un impacto real en la contienda electoral. Lo cierto es que el artículo falaz El papa Francisco impacta al mundo, apoya a Donald Trump para la presidencia, lanza un comunicado registró 960 mil interacciones; mientras que la noticia del Washington Post El historial de corrupción de Trump es asombroso. Entonces ¿por qué Clinton es la supuesta corrupta? tuvo 849 mil.

Ante las críticas, Zuckerberg dio varias respuestas: que Facebook no es una compañía de medios, sino una red social en la que los usuarios comparten lo que les interesa (más allá de que sea verdadero o falso) y, por ende, que no es responsabilidad de la red hacer un juicio de valor. Pero también dijo que la desinformación es cosa seria, por lo que ahora la nueva meta de Facebook es "conectar a las personas con las historias que tienen más sentido para ellas", a sabiendas de que los usuarios prefieren la "información certera" (esto último según un posteo del fundador de la red social).

Este cambio de actitud respecto de las noticias falsas no debería tomarse a la ligera. Según un reciente estudio realizado por Pew Research Center y la Knight Foundation, más de 40% de los adultos estadounidenses consume su dosis diaria de noticias en Facebook, una cifra que seguramente se replica en otros lugares del mundo. ¿Qué pasaría si toda esa gente recibiera con frecuencia noticias falsas?

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El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, prueba los Oculus Touch
El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, prueba los Oculus Touch


Facebook no es una compañía de medios, eso está claro. Pero como plataforma que busca abarcarlo todo, algunos le reclaman que asuma la responsabilidad que le compete a tal omnipotencia. Otros, como Galperin, sostienen que el monitoreo y legitimación de sus contenidos escapan al modelo inherente a una red social. "Su misión es permitir interacciones entre las personas, sean ellas deseables o no deseables", apuntó.

En el posteo mencionado, el magnate de internet dijo que reforzará el algoritmo de detección, encargará a organizaciones "prestigiosas" la verificación de la información, advertirá a los usuarios que determinada historia fue marcada como falsa por otras personas y no le permitirá hacer publicidad a sitios que propaguen contenidos engañosos.

"Aplaudo que Facebook lo tome en serio", dijo Galperin a Cromo. Y añadió: "No hay que ser alarmistas ni responsabilizar a Facebook por el monitoreo de sus contenidos. Eso sería un mal camino y un llamado a una intervención que no es ni necesaria ni deseable".

Que todas estas medidas lleven a resultados satisfactorios será el desafío al que Facebook, la primera red social, deberá enfrentarse de cara al 2017.

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