Jeff Bezos ha sido definido como un “visionario por excelencia”, y su propia vida es evidencia de eso. En 1999 abandonó su trabajo en una compañía de Wall Street (una de las tantas que le ofertó un puesto al graduarse en la Universidad de Princeton) para instalar su propia empresa en el garaje de su casa. Eran los cimientos de
Amazon: unos pocos empleados que se dedicaban a vender libros por internet. Tres años después hizo pública su
startup, que recién fue rentable en 2001. Sin embargo, el emprendedor de ahora 49 años jamás tuvo de qué arrepentirse.
Dos décadas pasaron desde ese primer salto, que dio a luz a la mayor compañía de
e-commerce. No solo cambió en todo el mundo la forma de consumir, sino que la empresa reporta hoy unos US$ 61.000 millones en ventas.
Pero Amazon hace tiempo dejó de ser una tienda virtual de libros, para también ofrecer música, videos, ropa, electrónica, juguetes, etcétera. En los últimos años, Bezos decidió además competir en el terreno del hardware, primero con el
e-reader Kindle y más recientemente con las tabletas Kindle Fire (con las que intenta hacer frente al iPad). Además, según los rumores, también
trabaja en un smartphone con pantalla 3D.
En paralelo, Bezos se dedica a otro sueño de su infancia: llegar al espacio. Aunque no está en sus planes convertirse en astronauta, el empresario estadounidense invierte grandes sumas en
Blue Origin, un proyecto que desarrolla tecnologías para que los humanos puedan viajar al cosmos a un precio relativamente accesible.
A través de
Expediciones Bezos, el CEO también busca reencontrarse con otra vieja pasión: hace poco encontró restos de la misión lunar Apolo 11 en el fondo del océano. Mientras tanto, Bezos continúa llegando alto desde la Tierra.