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Adonde vamos no necesitamos caminos

Los autos voladores ya no son un sueño ni ciencia ficción; Silicon Valley y empresas aeroespaciales apuestan al transporte aéreo personal
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06 de mayo de 2017 a las 05:00
La fantasía de los autos voladores siempre ha cautivado a la humanidad. Los Supersónicos, de la década de 1960, viajaban en uno con cubierta transparente; Luke Skywalker manejaba su X-34 Landspeeder y en Blade Runner eran el medio para moverse por una sombría Los Ángeles. Y, por si no fueran suficientemente espectaculares, en Volver al futuro el DeLorean viajaba en el tiempo.

Pero aunque todo parezca cuestión de ciencia ficción, los autos voladores han existido –en formar rudimentarias– por más de 70 años. Desde que Julio Verne introdujo la idea en su novela Dueño del mundo, publicada en 1904, generaciones de ingenieros han intentado convertirla en una realidad. En 1940, Henry Ford pronosticó que la combinación entre avión y automóvil era inevitable. Siete años después, Theodore P. Hall probó el primer prototipo, el Convair Model 118, con el que logró realizar 66 exitosos vuelos de prueba. No obstante, era muy pesado. Luego de un aterrizaje forzoso se lo consideró como un proyecto demasiado peligroso y nunca se llegó a fabricar en serie.

Pero este primer intento en parte fallido no hizo que otros emprendedores descartaran el sueño. Paul Moller, un ingeniero de 79 años, ha estado creando autos voladores desde 1966, con la idea de los Supersónicos en mente: un avión para estacionar en el garaje, parecido a un platillo volador con un asiento protegido por una carcasa plástica. Su primer prototipo, el XM-2, se elevó a un poco más de un metro; su cuarto prototipo, el M200X llegó a 15 metros. Moller siguió tratando y se declaró en bancarrota en 2009. Las historias de fracasos, que incluyen víctimas fatales, se repiten en los vuelos inaugurales de este tipo de medio de transporte experimental.

Pero todo empieza cambiar; empresas como Terrafugia, Aeromobil, Airbus y hasta Uber decidieron dejar de soñar y poner manos a la obra en pos del auto volador que llegue al mercado masivo.

Prototipos avanzados

Mejores materiales y sistemas de navegación han convencido a muchas empresas (emergentes y gigantes de la industria aeroespacial) de que en los próximos años tendremos un automóvil que despegará y aterrizará de forma vertical, al menos uno pequeño y eléctrico para hacer cortas distancias y escapar del tráfico terrestre.

"En los últimos cinco años se dieron tremendos adelantos en la tecnología subyacente", señaló a Bloomberg Mark Moore, un ingeniero aeronáutico de la NASA. Y apuntó: "Lo que veremos en los próximos 10 años será increíble".

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El Aeromobil 4.0 es el primer prototipo que dejó de ser un plan. De este híbrido de coche y avión ya hay fabricadas 500 unidades a un costo de € 1,5 millones cada una. Con las alas plegadas, el Aeromobil puede circular como cualquier vehículo terrestre –se precisa permiso de conducir– y mide 5,9 metros de largo y 2,2 metros de ancho; con las alas desplegadas, puede despegar y aterrizar desde puntos habilitados para avionetas y requiere una licencia de piloto.

Hasta ahora, el Aeromobil 4.0 corrió con una mejor suerte que la versión anterior, que sufrió una caída en barrena en 2015 durante un vuelo de prueba. Es decir, alcanzó cierta altitud pero luego se perdió el control.

El TF-X de Terrafugia estará listo para probar en 2018 y se estima que se pondrá a la venta dentro de ocho años, según la empresa. Tiene alas desplegables con motores eléctricos gemelos unidos a cada extremo, con una potencia de 300 caballos. Estos motores le permiten pasar de una posición vertical a una horizontal. En su página web, Terrafugia señala que su objetivo es proporcionar un "verdadero transporte de puerta a puerta" con un vehículo capaz de ser estacionado como un auto normal.

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Un modelo a escala de una décima parte está siendo probado en el túnel de viento de los hermanos Wright, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

"Queríamos demostrar que algunas de las tecnologías y las infraestructuras que se están desarrollando en la actualidad pueden hacer realidad lo que mostraba la serie Los Supersónicos", dijo Carl Dietrich, CEO de Terrafugia.

Airbus, por su parte, diseñó una aeronave autónoma monoplaza pensada para aliviar los problemas de tráfico de las grandes ciudades. Bautizada como Vahana, el diseño del vehículo se asemeja a un convertible aplanado cuyas alas rotan para permitirle despegar y aterrizar como un helicóptero y volar como un avión. Se trata de una nave eléctrica y autónoma (no hay que saber pilotar para usarla). Los ingenieros de la empresa están dispuestos a empezar a trabajar en la construcción de un prototipo para realizar los primeros vuelos de prueba a finales de 2017.

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"Hace décadas que los coches voladores están en la ciencia ficción, ahora lo queremos hacer realidad", comentó Jeff Holden, jefe de producto en Elevate (la división más futurista de Uber), durante una conferencia. En siete años, Uber quiere que, al abrir la aplicación, aparezca la opción de Uber Air para que un coche volador pase por el pasajero. El objetivo de la empresa es presentar sus primeros vehículos VTOL (Vertical Take off and Landing) en las ciudades de Dallas y Dubái en 2020, aunque prevé que su introducción masiva como transporte urbano no se dará hasta 2025.

Según los planes de Uber, los vehículos VTOL tendrán despegue y aterrizaje vertical, lo que minimiza el espacio necesario para estacionarlos. Los puntos de recarga serán los llamados "vertipuertos", instalados en los techos de los edificios. Los primeros autos contarían con pilotos humanos, aunque la ambición máxima es que la conducción sea completamente automática.

Gran parte de la motivación por detrás de este proyecto es ecológica. Se quiere terminar con los embotellamientos y minimizar las emisiones de dióxido de carbono.

Todos los modelos tienen en común la tecnología VTOL, la misma que hizo posible la revolución de los drones. Los propulsores verticales permiten que el vehículo alcance altitud mucho más rápido y requiere menos espacio. Otra pieza clave de los diseños son los motores eléctricos, mucho más fáciles de fabricar y mantener que los de combustión. Otra ventaja: no explotan en caso de impacto. Los motores eléctricos, además, permiten tener múltiples propulsores asincrónicos. Si falla un propulsor, los otros se ajustan automáticamente y permiten aterrizan con seguridad.

Parte del problema serían las baterías. La tecnología actual en esta materia no permite realizar vuelos de una distancia razonable, un viaje de 48 a 80 kilómetros.

De Google a los aires


La empresa Kitty Hawk anunció que su primer auto volador estará listo antes de que finalice el año. Sebastian Thrun, el fundador de la firma y creador del coche autónomo de Google, compartió hace unos días un video en el que se puede ver el Kitty Hawk Flyer –una especie de moto acuática con alas– en movimiento. El proyecto cuenta con el apoyo de Larry Page, CEO de Alphabet y cofundador de Google, quien está invirtiendo su fortuna personal para cumplir un sueño de la infancia.

El vehículo pesa unos 100 kilos y puede alcanzar velocidades de 40 kilómetros por hora, con una autonomía de hasta 75 kilómetros. Es un aparato que funciona gracias a ocho hélices impulsadas por baterías.

El prototipo fue diseñado para volar a unos 10 metros sobre el agua, pero en la prueba sobre el lago Clear, ubicado a 160 kilómetros al norte de San Francisco, subió apenas 4,5 metros. "Es como un helicóptero de juguete", dijo la piloto Cimeron Morrissey. "Montas el asiento y te inclinas hacia adelante, como harías con una moto", agregó.


Se desconoce si la versión final será igual, pero la empresa afirma que el vehículo es seguro y que su uso será legal en EEUU, siempre y cuando se vuelve sobre zonas vacías. Para usarlo no será necesario ser piloto.

Page se negó a dar una entrevista, pero dijo lo siguiente en una declaración: "Todos hemos soñado con volar sin hacer ningún esfuerzo. Me emociona que algún día, muy pronto, pueda subirme a mi Kitty Hawk Flyer para dar un vuelo personal rápido y tranquilo".

Al igual que Larry Page, Sergey Brin, el otro fundador de Google, está desarrollando su propia aeronave. Según anunció Bloomberg, el proyecto "secreto" de Brin es una versión moderna de un zepelín. Construirlo llevaría alrededor de tres años. El prototipo funcionaría mediante helio, a base de un mecanismo de pulmones artificiales, y sería capaz de llevar hasta 500 toneladas de carga. Todavía no se revelaron detalles sobre sus futuros usos, pero se piensa que estará orientado al transporte de mercancías, aunque también de personas.

Llegará el día

Si se ha estado trabajando en el tema desde hace décadas... ¿por qué todavía no hay autos voladores a la vista? Por los humanos. Los seres humanos ya son malos conductores en tierra como para darles una máquina voladora. También hay que establecer nuevas reglas: desde leyes para el tránsito y control aéreo hasta nuevos tipos de construcción de edificios. Tal vez lo más difícil sea convencer al público de que la idea no es una locura.

Cuando lleguen, los autos voladores costarán probablemente varios cientos de miles de dólares. Al principio serán el reemplazo del Lamborghini o del Ferrari. Para la gran mayoría de los conductores seguirán siendo un sueño por muchos años más, aunque no uno de ciencia ficción.

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